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EL COCHERO CONTEMPORÁNEO: nuestro Isidoro.






Relatos de Belcebú a su nieto La conocida Parábola de Carruaje: una del hombre con el carruaje, el caballo, el cochero y el pasajero.

El hombre considerado como un todo, con sus distintas localizaciones funcionando separadamente, o mejor, con todas sus "personalidades" formadas y educadas independientemente unas de otras, ofrece una similitud casi perfecta con el carruaje destinado al transporte de un pasajero, compuesto de un coche, de un caballo y de un cochero.
Es preciso notar ante todo que la diferencia entre un verdadero hombre y un pseudo-hombre, es decir, entre el hombre que tiene su propio "Yo" y el que no lo tiene, se hace evidente, en esta comparación, por el pasajero sentado en el carruaje. En el primer caso, el del verdadero hombre, el pasajero es el amo; mientras que en el segundo, el pasajero no es sino el primer transeúnte que llega, quien, como el cliente de un "coche-taxi", cambia a cada momento.
El cuerpo físico del hombre, con todas sus manifestaciones reflejomotrices, corresponde simplemente al carruaje mismo; el conjunto del funcionamiento y de las manifestaciones del sentimiento corresponde al caballo uncido al carruaje, y del cual tira; en cuanto al cochero en su asiento, quien conduce al caballo, éste representa lo que llaman comúnmente el consciente o el pensar; finalmente, el pasajero sentado en el carruaje, y que da órdenes al cochero, es lo que se llama el "Yo".

Toda la desgracia de los hombres contemporáneos se debe esencialmente al hecho de que como consecuencia de los métodos de educación anormales infligidos por todas partes a la generación joven, la cuarta personalidad, que debería estar presente en todo hombre que ha llegado a la edad responsable, les falta por completo; y casi todas contienen únicamente las tres primeras partes enumeradas, que además se han formado por sí solas, y de cualquier manera. En otras palabras, los hombres contemporáneos de edad responsable no representan nada más que un "coche-taxi",. y ¡en qué estado! ... un coche deteriorado, cuyos días felices ya se han ido ... un viejo rocinante ... y en el asiento, un cochero andrajoso, medio dormido, medio borracho. que pasa el tiempo, asignado por la Madre Naturaleza para el perfeccionamiento de sí, esperando en las esquinas de las calles, perdido en sueños fantásticos, a algún pasajero ocasional. El primer transeúnte que llega lo llama, lo alquila por hora, dispone de él a su antojo, y no solamente de él, sino de todas las partes del carruaje que le están subordinadas.

Si proseguimos con esta comparación entre un hombre contemporáneo típico, con sus pensamientos, sus sentimientos, su cuerpo, y un coche-taxi con caballo y cochero, nos aparecerá claramente que en cada una de las partes que constituyen esos dos agregados han de formarse hábitos, necesidades y gustos netamente definidos, que no pertenecen sino a dicha parte. En efecto, conforme a su diversidad de origen, a las condiciones de su formación y a sus posibilidades particulares, han de constituirse en cada una de ellas su propio psiquismo, sus propias nociones, sus propias reglas subjetivas, sus propios puntos de vista, y así sucesivamente ...

El conjunto de las manifestaciones del pensar humano, con todas las inherencias propias de su funcionamiento y todas sus particularidades específicas, corresponde en casi todos sus aspectos a la esencia y a las manifestaciones de un típico cochero de plaza.

Es, como todos los cocheros de plaza en general, del tipo "Isidoro". No es completamente iletrado, ya que la legislación de su país ha decretado la "instrucción pública obligatoria" y en su infancia tuvo que gastar de tiempo en tiempo el fondo de su pantalón en los bancos de la "escuela de hermanos de la parroquia".

Aun cuando él mismo viene del campo y ha permanecido tan ignorante como sus compañeros que se quedaron en el pueblo, sin embargo, llamado por su profesión a rozarse con gente de nivel y educación diferentes, ha recogido de aquí y de allá toda una colección de expresiones que abarcan nociones variadas; y ahora mira desde sus alturas, con perfecto desdén, todo lo que viene del pueblo, rechazándolo con indignación como "obscurantismo".

En resumen, es un tipo a quien se aplica perfectamente este adagio: "Corneja, corneja, pierdes tu tiempo, jamás serás un pavo real".

Se considera a sí mismo competente, hasta en materia de religión, de política y de sociología. Con sus iguales, le gusta discutir; a aquellos que considera inferiores a él, los enseña; con sus superiores, se muestra adulador, servil; "se pone en cuatro patas ante ellos".

Una de sus mayores debilidades es la de correr tras las mucamas y las cocineras del barrio, pero lo que le gusta por encima de todo, es, después de una gran cuchipanda, saborear una o dos copitas; luego de lo cual, plenamente saciado, medio amodorrado, sueña ...

Para satisfacer sus debilidades, roba regularmente una parte del dinero que le ha confiado su amo para el forraje del caballo.

Como todo "mercenario", nuestro Isidoro no anda sino a garrotazos, y si le da por hacer algo sin ser acosado, siempre es en espera de una propina.

Esa atracción de la propina lo ha llevado poco a poco a adivinar ciertas debilidades de la gente con quien trata, para sacar provecho de ellas, y automáticamente ha aprendido a valerse de artimañas, a adular, y a "untar vaselina", en dos palabras, a mentir.

Tan pronto se presenta una ocasión y él tiene un momento libre, se cuela en un café o en un bar donde se queda horas soñando despierto ante un vaso de vino, conversando con un tipo de su especie, o bien leyendo el periódico.

Trata de tener aspecto imponente, lleva barba y, si es flaco, rellena su indumentaria a fin de parecer más importante.

En cuanto al centro del sentimiento, el conjunto de sus manifestaciones y el sistema entero de su funcionamiento corresponden de lo mejor al caballo del "coche-taxi".

Esta comparación del caballo y de la organización del sentimiento humano nos permitirá además poner en evidencia el carácter erróneo y unilateral de la educación infligida hoy a la generación joven.

El caballo, como consecuencia de la negligencia de que dieron prueba todos los que lo rodearon desde su más tierna edad, y por el hecho de su constante soledad, se ha encerrado de cierto modo en sí mismo: en otras palabras, su "vida interior" se ha visto reprimida, y él ya no dispone, para sus manifestaciones exteriores, más que de la sola fuerza de inercia.

Debido a las anormales condiciones circundantes jamás ha recibido educación especial; ha crecido y se ha formado bajo la sola influencia de palizas brutales y de perpetuas vociferaciones.

Siempre lo han mantenido con trabas; y en cuanto a su alimento, a guisa de heno y de avena, nunca ha recibido más que paja, lo cual en nada corresponde a sus necesidades reales.

No habiendo percibido jamás en ninguna manifestación de quienes lo rodean, el menor signo de ternura o de amistad, el caballo está listo ahora a darse con todo su ser a quien le haga la menor caricia.

Tan es así que las tendencias del caballo, privado de toda aspiración y de todo interés, deben concentrarse inevitablemente en comer, beber y en una atracción automática por el otro sexo; por eso ronda siempre ahí donde puede satisfacerlas y si por casualidad divisa algún paraje donde una de sus necesidades ha sido satisfecha tan sólo una vez, aguarda el momento propicio para escapar hacia allá.

Hay que agregar además que, aun teniendo una comprensión muy débil de sus deberes, el cochero es, a pesar de todo, capaz de pensar, por lo menos un poco lógicamente, y teniendo en cuenta el mañana, buscar, por temor a perder su empleo, o con la esperanza de recibir una recompensa, hacer algo por su amo sin verse literalmente forzado a ello. Pero el caballo, falto de toda educación especial, adaptada a su naturaleza, no ha recibido en el tiempo requerido ningún dato que le permita manifestar las aspiraciones que exige una existencia responsable; por lo tanto no puede comprender, y no puede siquiera esperarse de él que comprenda, por qué debería él hacer algo. De modo que considera sus obligaciones con una total indiferencia y sólo trabaja por temor a una paliza suplementaria.

En cuanto al carruaje, que en nuestra analogía corresponde al cuerpo considerado aisladamente de las otras partes independientes de la presencia general del hombre, su situación es aún peor.

Ese carruaje, como todos los carruajes, está hecho de materiales diversos. Su construcción es de lo más complicada. Había sido destinado - lo cual parecerá evidente a todo hombre de juicio sano - al transporte de toda clase de carga, y no al uso que de él se hace hoy, es decir, sólo al transporte de clientes de paso.

La causa principal de los innumerables malentendidos de los que es víctima se debe al hecho de que había sido previsto para circular por los caminos vecinales, y a que los maestros carroceros habían dispuesto en consecuencia ciertos detalles interiores de su construcción.

Por ejemplo, el principio de engrase - que es una de las principales necesidades de un vehículo hecho de materiales múltiples - había sido concebido de tal manera que la grasa pudiera esparcirse por todas las piezas metálicas, bajo la sola acción de las sacudidas debidas a los tumbos inevitables en tales caminos. Pues bien, ese carruaje, destinado a pequeños caminos vecinales, se estaciona la mayor parte del tiempo en la ciudad, y cuando rueda, es por avenidas asfaltadas, planas como mesas de billar.

A falta de sacudidas, el engrase de todas las piezas ya no se hace uniformemente; de modo que algunas de ellas acaban por oxidarse y ¡dejas de cumplir la función que les había sido asignada.

Por regla general, un carruaje rueda bien mientras sus partes móviles están bien engrasadas. Cuando no lo están suficientemente, se recalientan y, al ponerse al rojo, dañan las piezas vecinas. Además, si hay exceso de grasa en alguna parte, la buena marcha del carruaje peligra. En uno u otro caso, se hace cada vez más difícil para el caballo tirar de él.

El cochero contemporáneo, nuestro "Isidoro", ignora todo esto. No tiene la menor idea de esa necesidad de un engrase uniforme de su carruaje, e incluso si lo engrasa, lo hace sin verdadero conocimiento, de oídas, siguiendo ciegamente las sugerencias del primero que pasa.

Así que, cuando ese carruaje, ahora más o menos adaptado a carreteras planas, debe, por alguna razón, arriesgarse por un atajo, siempre le sucede algo: a veces es una tuerca que salta; otras es un perno que se tuerce - siempre hay una pieza que se descompone: y después de tales tentativas, el viaje raramente termina sin reparaciones más o menos considerables.

En todo caso, se ha vuelto hoy cada vez más peligroso usar ese carruaje para los fines a los que estaba destinado.

Si uno se pone a repararlo, hay que desmontar todo primero, examinar las piezas una por una, y como siempre en semejante caso, bancarias en petróleo para limpiarlas bien, antes de montarlas de nuevo. Además, muy a menudo, resulta urgente cambiar una pieza importante; todo esto no es grave si sólo se trata de una pieza económica, pero a veces sucede que la reparación cuesta más que la compra de un coche nuevo.

Pues bien, está claro que todo cuanto se ha dicho a propósito de las distintas partes cuyo ensamblaje constituye un "coche-taxi" se aplica exactamente a la organización general de la presencia del hombre.

Por la ausencia, entre nuestros contemporáneos, de todo conocimiento y de toda capacidad para preparar convenientemente a los adolescentes con miras a una existencia responsable, educando las diferentes partes que componen su presencia general, cada hombre parece hoy como algo verdaderamente absurdo y cómico en extremo, que presenta, volviendo a nuestro ejemplo, un cuadro como el siguiente:

Un carruaje último modelo, apenas salido de la fábrica, barnizado por auténticos carroceros alemanes de la ciudad de Barmen, y entre las varas, esa clase de caballo que llaman en el país de Trancaucasia un "dglozi-dzi". ("Dzi" quiere decir: caballo; "Dgloz" era el nombre de cierto armenio, experto en el arte de comprar y desollar jamelgos.)

En el asiento de ese carruaje de gran estilo está un cochero somnoliento, mal afeitado, hirsuto, con una levita grasienta que ha recogido en el basurero donde la había tirado como un harapo, Menegilda la ayudante de cocina. En la cabeza reluce un nuevo y flamante sombrero de copa, réplica exacta del de Rockefeller, mientras en su solapa resplandece un enorme crisantemo.

Y el hombre contemporáneo ha de presentar inevitablemente ese aspecto bufón, pues desde el primer día de su aparición, esas tres partes formadas en él -las que a pesar de ser de origen diferente y poseer cada. una de ellas unas propiedades de calidad distinta, habrían debido, sin embargo, para servir a una meta única, desde la entrada del hombre en la existencia responsable, constituir por su conjunto mismo su "todo integral"- comienzan a “vivir aisladamente", por así decir, y a fijarse cada una en manifestaciones específicas sin acostumbrarse nunca a prestarse mutuamente el soporte automático indispensable, ni a comprenderse unas a otras, aunque fuese de manera aproximada; así que, más tarde, cuando se requieren manifestaciones concertadas, éstas no pueden producirse.

Por cierto, gracias al “sistema de educación de la nueva generación", ya sólidamente establecido en la vida del hombre - y cuyo único principio consiste en enseñar a los alumnos a repetir de memoria, hasta embrutecerlos completamente, una multitud de palabras y expresiones faltas de sentido, y a hacerles reconocer, por la sola diferencia de sonoridad, la realidad que estas palabras se supone significan- el cochero es todavía capaz de explicar mal que bien a aquellos que son de su mismo tipo, los deseos que él experimenta, y a veces de comprender un poco a sus semejantes.

Por su cháchara con los demás cocheros, mientras espera clientes, y por su "flirteo" repetido en el umbral de las puertas con las sirvientas del vecindario, nuestro Isidoro ha llegado a asimilar diversas formas del "savoir-vivre".

Se ha adaptado igualmente a las condiciones exteriores de la vida de los cocheros en general; por ejemplo, se ha automatizado a distinguir una calle de otra y a encontrar frente a una vía interrumpida por causa de reparaciones, cualquier otro camino para llegar a la dirección solicitada.

¡Pero el caballo ... Aún cuando es cierto que esa funesta invención contemporánea que llaman "educación" no se extiende hasta él -lo cual protege a sus facultades hereditarias de la atrofia- su formación se efectúa, sin embargo, en las condiciones anormales del proceso de existencia ordinaria; crece así olvidado de todos, como un huérfano, y por añadidura maltratado, sin adquirir nada que corresponda ni al psiquismo bien determinado de su cochero, ni a su saber, de modo que permanece completamente ignorante de las formas de las relaciones recíprocas vueltas habituales al cochero, y no se establece entre ellos en definitiva ningún contacto que les permita comprenderse.

A pesar de eso, puede que, en su vida encerrada, el caballo llegue a descubrir alguna forma de relación con su cochero, y hasta familiarizarse con algún "lenguaje"; pero por desgracia el cochero lo ignora y ni siquiera sospecha que eso sea posible.

Aparte el hecho de que, en esas condiciones anormales, no se constituye ningún dato entre el caballo y el cochero para permitirles, por poco que sea, comprenderse automáticamente, hay además muchas razones exteriores, independientes de ellos, que les arrebatan toda posibilidad de alcanzar juntos la meta única a la que fueron destinados.

En efecto, así como las diferentes partes independientes de un "coche-taxi" están ligadas entre sí, el coche al caballo por las varas y el caballo al cochero por las riendas, asimismo, todas las distintas partes de la organización general del hombre están ligadas entre sí, el cuerpo con la organización del sentimiento por la sangre, Y la organización del sentimiento con la del pensar por lo que se llama "ganbledzoin", o sea por esa substancia que se constituye en la presencia general del hombre a partir de todos los esfuerzos eserales intencionalmente cumplidos.

El deplorable sistema de educación actual ha llevado a tal resultado que el cochero ha dejado de tener la más mínima influencia sobre su caballo; apenas si puede suscitar en el consciente del animal, por medio de las riendas, estas tres ideas: derecha, izquierda y alto.

Aunque eso no siempre es así, pues las riendas generalmente están hechas de materiales que reaccionan a todos los fenómenos atmosféricos: por ejemplo, bajo una lluvia torrencial, se hinchan y se alargan; cuando hace calor, sucede lo contrario; de modo que su acción sobre la sensibilidad automatizada de percepción del caballo es variable.
Lo mismo se produce en la organización general del hombre ordinario cuantas veces se modifica en él, bajo el efecto de una impresión cualquiera, lo que podría llamarse "la densidad y el ritmo del ganbledzoin": su pensamiento pierde entonces toda posibilidad de acción sobre la organización del sentimiento.
Así pues, resumiendo todo cuanto acaba de decirse, debemos, querámoslo o no, reconocer que todo hombre debe esforzarse por tener su propio "Yo"; de otro modo, no será jamás sino un "coche-taxi" en el cual podrá tomar asiento cualquier pasajero, quien dispondrá de él a su antojo.

G. Gurdjieff. Relatos de Belcebú a su nieto.

EL ÓRGANO KUNDABUFER


Mantener los satélites





Relatos de Belcebú a su NietoCausas de la génesis de la Luna
Capítulo: IX

La Proto Tierra A raíz de que chocó con el planeta Kondur se desprendieron de la misma dos fragmentos. Para que esos fragmentos no se salieran de sus órbitas 
Una  Muy Alta Comisión resolvió tomar por adelantado ciertas medidas. Ella reconoció que lo mejor sería hacer que la masa original, es decir, el planeta Tierra, mantuviese esos dos fragmentos desprendidos, enviándoles continuamente las vibraciones sagradas llamadas askokinas (1) .
La sustancia sagrada <> no se contituye en los planetas sino cuando las dos leyes cósmicas fundamentales, la Heptapaparshinoj Sagrada y la Triamazikamno sagrada, funcionan de la manera Ilnosoparniana, (2) es decir, cuando estas dos leyes cósmicas sagradas se revelan y se manifiestan, en la  superficie de la concentración cósmica dada, de manera independiente, -independiente claro dentro de ciertos límites, por supuesto.
Ahora bien, hijo mío, como semejante realización cósmica sólo se puede hacer con la sanción de Su Eternidad, el Gran Arcángel Sakaki, acompañado de algunos miembros sagrados de esa Muy Alta Comisión , se presentó inmediatamente ante Su Eternidad para solicitar dicha sanción.
Y al obtener los Individuums sagrados la aprobación de Nuestra Eternidad, se realizó el proceso en la Tierra – siempre bajo la dirección del gran Arcángel Sakaki. Desde ese momento todo surgió, en el planeta, conforme al Ilnosoparno, y esos fragmentos desprendidos, que todavía existen en nuestros días, dejaron de constituir una amenaza de catástrofe universal. El mayor de esos dos fragmentos fue nombrado <> y el menor, Anulios; incluso así los llamaron al principio los seres ordinarios tricerebrales que aparecieron luego en la Tierra. Pero más tarde recibieron, según las épocas, normales diferentes nombres. Así es como el fragmentos grande fue designado, no hace mucho tiempo, con el nombre de Luna en cuanto al fragmento pequeño, fue olvidado poco a poco, tanto es así que los seres de los tiempos actuales no sólo no le dan ningún nombre, sino que ni siquiera sospechan su existencia.
Es interesante notar, a estos propósitos, que los seres de un continente de ese planeta, el continente de la Atlántida, que desapareció después, conocían todavía ese segundo fragmento de su planeta y también lo llamaban Anulios.
Pero los seres del último período de de existencia de ese continente, en cuya presencia general ya se había cristalizado e integrado los resultados de las consecuencias de las propiedades del órgano Kundabuffer, le dieron el nombre de Kimespai  literalmente  Que-no-deja- dormir-en- paz. Los seres tricerebrales actuales de ese extraño planeta ignoran ese antiguo fragmento, porque su pequeñez relativa y su lejanía lo hacen inaccesible a su vista, y porque ninguna abuelita les ha dicho jamás que  en los viejos tiempos se conocía ese pequeño satélite de su planeta.
Y si por casualidad uno de ellos lo percibe a través de esos juguetes excelentes, aunque muy infantiles, que llamaban telescopios, no le prestan ninguna atención, tomándolo simplemente por un aerolito. Los seres actuales, por otra parte pronto no podrán percibirlo ya más, puesto que se ha vuelto propio de su naturaleza ver sólo la irrealidad. Hagámosles justicia: en los últimos siglos, se han mecanizado artísticamente  a no ver nada real.
(1) Askokina: sustancia sagrada, que se produce en los planetas sino cuando las dos leyes cósmicas fundamentales Heptaparaparshinoj sagrada y trianmasikamno sagrada funcionan de la manera llamada Ilnosoparniana. Askokina: alimento para la Luna
(2)Ilnosoparniana: manifestación de las dos leyes sagradas de forma independiente en una concentraciónes cósmicas
Para capítulo completo: 

RELATOS DE BELCEBÚ CAPÍTULO 18 COMPLETO





Subtitulados al español: Relatos de Belcebú a su Nieto de Gurdjieff Editorial Sirio.
Capítulos 1 al 17: http://www.youtube.com/eneagrama1000.
Los Videos son de HaroldComingGood en inglés.
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RELATOS DE BELCEBÚ CAPÍTULO 18


Relatos de Belcebú a Su Nieto

G. I. Gurdjieff

capítulo 18 Archifantástico 



Subtitulado con el Libro de Editirial Sirio

El Mulaj Nassr Eddin


Relatos de Belcebú a Su Nieto
G. I. Gurdjieff

El Mulaj Nassr Eddin


Para los lectores de Relatos de Belcebú a su Nieto de Gurdjieff sabemos que los dichos del venerable Mulaj Nassr Eddin son una nota de color, no sin quedar perplejos.
Los dichos del están expresados todos con un gran respeto y cariño,  Nuestro Querido Mulaj Nassr Eddin la mayoría de las veces en otras como: El sabio Mulaj Nassr Eddin o  el más sabio de los sabios, pero realmente sabemos muy poco en occidente de este personaje del libro, cuando uno busca sus lecturas en otro contexto, más bien desconcierta y uno se dá cuenta que Gurdjieff le ha dado otro papel en su obra.

En el Capítulo I de  Relatos de Belcebú a su Nieto se aclara que Mulaj Nassr Eddin o como también suele llamársele, Nassr Eddin Jogya, (o como en la mal traducido libro en Pdf  Web Hodja Nassr Eddin) es desconocido en Europa y América, por el contrario, es muy conocido en todos los países del continente de Asia. Es una personalidad legendaria equivale al Tío Sam de los norteamericanos o al Till Eulenspiegel de los alemanes. Se le atribuyen a Nassr Eddin, muchas numerosas máximas populares en Oriente, que expresan todas, tanto las más antiguas como las más recientes, la sabiduría de la Vida.
Transcribo aquí unas notas de James Moore que pueden ayudar a conocerlo históricamente y más adelante le dejo una pequeña recopilación de sus dichos que estoy haciendo.

Notas:
Con el homenaje literario del sabio folklórico turco, el “incomparable Mulaj Nassr Eddin”, evidentemente Gurdjieff desea transmitir algo importante. Quizá sea significativo el hecho de que el lugar de Nassr Eddin las “historias graciosas” tradicionales (sea que aparezca como astuto o como idiota al extremo) casi siempre subvierte nuestros conceptos ordinarios de la realidad. Muy parecido a Gurdjieff, Nassr Eddin es la personificación de la paradoja; surreal pero sin sombra de nihilismo. En el panteón literario gurdjieffiano, Nassr Eddin, cómico y terrenal, constituye contrapartida del idealizado muy Santo Ashiata Sheishmash y del príncipe Lubochevsky.  El Mulaj Nassr Eddin de Gurdjieff no se parece tanto al antihéroe de las divertidas anécdotas tradicionales, es más bien el sutil innovador de sustanciosos dichos como “tan irascibles como el paciente que acaba de terminar su cura donde un célebre especialista europeo de las enfermedades nerviosas”. Ciertas referencias a personajes modernos (por ejemplo Shakespiere), sugieren que el mismo Gurdjieff los inventó o adaptó.
Alrrededor del año 1885 Gurdjieff visitó Akshehir, donde una supuesta  tumba de Nassr Eddin exhibe la inscripción 386. Como el Mulaj hacía la mayoría de las cosas al revés (hasta cabalgaba su burro de frente de cola) su muerte se supone acaecida en el 683 (1284-5 de nuestro calendario).
Se han desentrañado otros datos, del siglo XIII al XV, y queda claro que la historicidad de Nassr Eddin en un ámbito escolástico en discusión.
La primera edición del librito turco de los chistes de Nassr Eddin apareció en 1837, una traducción al alemán 1857 y al francés 1876. La primera edición inglesa data de 1923. Evidentemente, Gurdjieff no abrevaba en los libros para citar a Nassr Eddin sino la rica tradición oral que aún hoy prevalece en el Cercano y Medio Oriente.   James Moore, Gurdjieff, anatomía de un mito. Edit. Estaciones


Acerca del idioma ruso el sabio de los sabios Mulaj Nassr Eddin dijo:
 “no se va muy lejos”.  Sobre el idioma Griego “un clavo se parece a una misa fúnebre”.
Belcebú le dice a Jassin en palabras del Mulaj Nassr Eddin, “te habrían apaleado de tal modo que no habrías recobrado tus sentidos antes la siguiente cosecha de palos” si se hubieran dado cuenta los seres tricerebrales del planeta Tierra que era su Nieto.

De un escritor dice Nuestro Querido Mulaj Nassr Eddin, “no veía más allá de la punta de su nariz”

Nuestro Querido Mulaj Nassr Eddin, “pura canela fina”


Nuestro Querido Mulaj Nassr Eddin: Vaya! Que no se ve en el mundo! ¡Una pulga puede a veces hasta tragarse un elefante!.

En el capítulo 10 sobre el futuro de los estragos del órgano kundabúfer  sabio Mulaj Nassr Eddin, “a pleno son las trompetas de Jericó”. (versión pdf : “el crescendo de la trompeta de Jericó”).



Mulaj Nassr Eddin caracterizada un día con las palabras siguientes: “Se parecen tanto como la barba del famoso Shakespeare inglés y el no menos famoso armañac francés”. (17)

 Ante lo que dijo Jassín de los seres tricerebrales en el capítulos 13, como dice Nuestro Querido Mulaj Nassr Eddin: ¡Vaya! ¡Qué no se ve en el mundo! ¡Una pulga puede a veces hasta tragarse un elefante!. (versión pdf.:  ¡Cierto! ¿Qué no habría de suceder en este mundo? Una pulga podría tragarse a un elefante).

Mulaj Nassr Eddin en semejante caso hubiera dicho, “basta de pamplinas” (o versión pdf “pura tonterías”), de la forma de ver de los cientíticos

… acerca de nuestro Sol se hiela, por su parte, casi tanto como el perro pelado de nuestro venerable Mulaj Nassr Eddin.


Nasrudin: otra versión es más actual, la de Idries Shah:


Un día Nasrudin entró a la tienda de un hombre que vendía toda clase de objetos.
- ¿Tienes cuero?
- Sí.
- ¿Y tachuelas?
- Sí
- ¿Y tintura?
- Sí
- Entonces, ¿por qué no te haces un par de botas?


RELATOS DE BELCEBÚ CAPÍTULO 17

Relatos de Belcebú a Su Nieto
G. I. Gurdjieff
CAPÍTULO 17



Subtitulado al Español con el Libro Relatos de Belcebú a su Nieto de G. I. Gurdjieff de Editorial Sirio.
 Se pueden ver todos los capítulos publicados en http://www.youtube.com/eneagrama1000.
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